Leyendas de la Pasantía - La Búsqueda de Cruz Verde

Hay que ser previsor, esto del servicio social no se puede dejar a la ligera. Durante los últimos días de vacaciones decidí emprender el viaje para encontrar a mi comunidad, mi nuevo hogar durante el siguiente año.
Como toda aventura es mejor con un compañero, pedí a un gran amigo fuera mi copiloto para conocer aquel lugar lejano donde iba a hacer el servicio; ya estaba todo planeado, tenia una idea de cual era la ruta para llegar, tenia provisiones y el día era prometedor, con un cielo despejado y con clima agradable. Emprendimos el largo viaje hasta el norte del estado, atravesando carreteras conocidas y otra que hacía ya tanto que no recorría. Pueblo tras pueblo comentando e imaginando que sería de nuestro servicio si lo hiciéramos allí.
Luego de poco más de 250km de viaje llegamos a Papantla, ahora todo era solo cuestión de encontrar la carretera que comunicaba con Cruz Verde, no podía ser tan difícil, se supone se encontraba a mitad de camino del libramiento de Papantla... Pero con lo que no contaba es que más que una carretera, el camino hacia Cruz Verde era mas bien una terracería, una terracería que pasaba pueblo tras pueblo, atascada de baches, por un camino que nos llevaba más allá de la ilusión y la esperanza (así se llamaban un par de ranchos, lo cual no me pareció más que un chiste cruel), por pueblos en que la gente decía que girásemos del templo a la izquierda y llegaríamos a Cruz Verde. Pero dónde caramba se encontraba ese templo?! Jamás lo vimos, pero llegamos a Cruz Verde, y era justo como Google Maps decía, un pequeño espacio de terreno de no más de 1 hectárea con casitas amontonadas, unas de materiales perdurables, otras no tanto.
En la clínica no había nadie, era día comunitario así que decidimos pasearnos por el pueblo en busca del agente municipal, que para completar el chiste aquel de la esperanza y la ilusión, el Agente municipal era el Señor Primitivo. (Ba-Dum! TSSS!) A quien tampoco encontramos. Justo cuando nos disponíamos a emprender el viaje de regreso, vimos como un auto se estacionaba junto a la clínica, ahí a orilla de carretera, así que nos apresuramos, quizás era la enfermera... o mejor aún, la doctora.
Mi suerte de perro se dejaba ver de nuevo, el viaje no había sido en vano, la Doctora, quien no era de mal ver, nos dio una pequeña visita guiada y nos platicó de como era la rutina en el pueblo, todo pintaba bien, ni mucho ni poco, no era ostentoso, pero tenía más que solamente lo básico, y si corría con suerte la tendría a ella para dar la consulta por lo grande del universo de la Clínica.
Con la misión cumplida y una sonrisa nos fuimos del pueblo, con ideas dando tumbos por mi mente, tanto por hacer, tanto que aprender, tantas opciones, la visita a Cruz Verde era esperanzadora. Después de todo solamente soy un perro con suerte, esto pintaba para ser un gran año, como lo fue Coatzacoalcos a pesar de no ser lo que yo quería.

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