Leyendas de la Pasantía - Asignación

El internado ha quedado atrás, he vuelto a mi querida Xalapa a reencontrarme con todo eso que extrañé. Mis calles, mi clima, mi casa, mi cuarto, mi familia, mis amigos, mis bares... todas esas cosas que me hacían falta allá en el sur de Veracruz las tengo de nuevo, las disfruto.
Pero todo esto es solamente temporal, tras el internado inicia una cuenta regresiva que sentencia un año más de poner a prueba todo lo aprendido y aprender aún mas, pero este año no será como en el internado, este año es aún mas incierto, no estaré en un hospital, estaré en una comunidad, nada es seguro, no se si será cerca o lejos de Xalapa, no se si tendré que quedarme a vivir en mi clínica, no se si será fácil llegar ahí, si tendré acceso a internet o señal de teléfono, solamente una cosa es segura, daré lo mejor de mi, aprovecharé al máximo esta experiencia y aprenderé de ella, en mi mente está el llevar salud y progreso para MI COMUNIDAD, sea cual sea.
Sin darme cuenta pasaron los días, a pesar de haber tratado de investigar en donde estaban cada una de las plazas el destino seguía siendo incierto, pero algo estaba claro, quería una comunidad, a pesar de la oferta de quedarme en Xalapa, y quería que mi clínica perteneciera al IMSS, por que con el tiempo he desarrollado cierto cariño por la institución. La cita fue desde muy temprano (bueno en realidad no tanto, pero la noche de fiesta anterior con mis compañeros de Coatza lo hizo parecer así), todo mundo estaba ansioso, cada quien tenía sus planes, el tiempo pasaba lentamente a pesar de la alegría de reencontrarnos y platicar anécdotas del internado.
Después de muchas horas comenzamos a formarnos y no se por qué, en esos últimos momentos, la fila parecía mucho más larga de lo que imaginé, poco a poco mis esperanzas de quedar cerca de mi ciudad se desvanecían, mi larga lista de opciones, que había hecho en orden de cercanía, se llenaba de líneas, una tras otra las plazas cercanas se fueron ocupando. Para cuando fue mi turno para elegir, los representantes de cada zona anunciaban sus plazas disponibles, era como un mercado, trataban de venderte sus plazas, que si el acceso estaba fácil, que si tenían internet, si la población era poco problemática, que ibas a aprender mucho. Todas esas flores con las que querían adornar cada una de las plazas restantes las hacían parecer aún menos deseables, es que de verdad, por qué rayos adornarías con flores un rosal? qué necesidad de pintar las rosas de otro color? por qué ofrecerla de forma tan desesperada?.
Entré al salón, todo mundo me preguntaba a dónde quería irme, uno tras otro recité los nombres que quedaban en mi lista; ninguno de ellos estaba disponible y ante tal negativa no te queda más que preguntar: ¿Y cual es la más cercana? todo para recibir como respuesta un rotundo "No sé, ya elige" que únicamente logró llenarme de más ansiedad y frustración. Por mi mente rápidamente pasó un pensamiento de resentimiento hacia esas personas. Que acaso no hicieron también ellos su servicio social? por que quieren aventarme a ciegas a la nada? que les cuesta, ellos que conocen las sedes del servicio darnos un poco de orientación?! Bajo tanta presión solo pude decir la primer plaza que se me vino a la mente de todas esas que me querían vender como producto en mercado: Cruz Verde. Dije muy decidido (aunque titubeando por dentro). Tomé mis papeles y completé el proceso mientras mi mente trataba de ubicar la plaza que había elegido. Obviamente no recordaba dónde diantres estaba Cruz Verde, así que recurrí a mi fiel Google, quien en esta ocasión no hizo más que entristecerme. Cruz Verde era aquella plaza Papanteca en medio del Totonacapan que únicamente aparecía como un par de calles; era la mancha urbana más pequeña que se podía encontrar, una población que se mencionaba en el INEGI pero que por ser tan pequeña ni siquiera merecía su membrete en los mapas.
Después pude enterarme que Cruz Verde atendía una población total de 4,200 personas aproximadamente, un total de 6 comunidades de las cuales irónicamente la sede era de las más pequeñas. Mi madre preocupada por mi decisión me pidió que fuera a ver cómo era la comunidad antes de que iniciara mi servicio, tenía una semana para hacerlo y prepararlo todo para iniciar el año. Sus ojos no podían ocultar su franca preocupación por mi, creo que nunca la había visto así antes, tan triste y llena de preocupación, pero resignada por que fue mi elección y era algo que finalmente tenía que hacer.
Ya dejaré para otra ocasión la aventura para encontrar a Cruz Verde en el Totonacapan. En esta ocasión no pondré imágenes, el internet de la clínica no es TAN bueno, spoiler alert! sigo vivo, sigo en Cruz Verde y me va bien.

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