GyO, el tan esperado final de los cuentos del infiernado!!!
ultimo servicio, recta final, cuentan las malas lenguas que el servicio de ginecología es sencillo, aunque tiene sus bemoles, como TODO en el infiernado...
La rutina diaria es fácil de aprender, los adscritos son una maravilla, el ambiente relajado, hasta que llega el fin de semana, ese gran volado para saber a quien le tocará el pase de visita, el stress de la postguardia para no quedarse hasta medio día con pendientes y altas, la flojera de quien entra de guardia a sabiendas de que pueden ser amos y señores del piso o estrictamente supervisados...
Pero a pesar de esos detalles de fin de semana GyO es un servicio agradable, panzonas frecuentes, puérperas felices y ansiosas de irse, embrocaciones que se vuelven tediosas al saber que sin importar que tan bien las hagas... no va a quedar limpio...
Mi pase por GyO fue ese relax que tan merecido tenía luego de un arduo año de trabajo y aprendizaje, el dominio de las notas (que a pesar de todo a veces se te va el error de las SDG o el MPF por usar machotes), el pasas indicaciones fácil y rápido, la única prisa era el agarrar una de las 2 computadoras disponibles para los internos para ir sacando tu trabajo y poder desayunar a gusto y relajarte en el día... Tan bien nos fue en el servicio que hasta nos atrevimos a meter un televisor en la mipera para disfrutar de los partidos de futbol... televisión que obviamente nos acompañó hasta el final del internado, así te podías relajar y ver un poco de TV durante el día o la guardia.
Eso si, nadie nunca, y creo yo menos que el resto, quería bajar a cubrir en la toco, pero había que hacerlo, curiosamente nos tocó hacerlo cuando por cuestiones de un desperfecto "pequeño" en el sistema de ventilación obligó a mover la toco a un espacio improvisado en urgencias pediátricas... todo un CAOS! y más aún cuando nos tocó mover todo de regreso a su origen.
Divertido si, arduo no tanto, edificante, claro que sí, pero la ginecología aún guara celosa algunos secretos para mi. Lamento no poder compartir más anécdotas pero son más personales que de costumbre, además esto no se trata del chisme sino de relatar la experiencia, descargar todas esas emociones que experimenté durante el año y en cada paso. Además, no se puede contar lo que sucedió en la fiesta de despedida, tendrías que haber estado ahí, tendrías que haber vivido ese año para saber por qué cada quien se llevo sus respectivos premios (si, si, me gané más de 1.. y a mucha honra! )
Ya en el final te sientes dueño del hospital, cada rincón se te hace conocido, no guardan ya más secretos, sabes cómo funciona cada cosa, desarrollas un sexto sentido con respecto a dónde debes estar o qué es lo que está pasando, comienzas a ver con nostalgia esos pasillos y habitaciones, al personal, a tus compañeros, a tus MIP1 a sabiendas que te vas a algo más grande (a pesar de ser un nivel más "bajo" de atención medica). Y no puedes evitar recordar tus primeras rotaciones al ver a los nuevos internos que llegan, das los últimos consejos a tus MIP1 y ves como se convierten en un MIP2 lleno de mañas para sobrevivir a la vida intrahospitalaria...
Llega el día, cuentas las horas y los minutos, das de vueltas entre tanta ansiedad, en mi caso los minutos eran muy valiosos, recibí mi liberación, nos tomamos un par de fotos y salí huyendo en lugar de dar ése último pase de visita por cada servicio para despedirse... mi tiempo era limitado, mi autobús estaba por salir, corrí al departamento, ahora vacío... como el día en que llegué, solamente mi ropa, un colchón inflable y mi mochila...
Fue un viaje largo de regreso a casa, pensando mucho en si se habría molestado alguien por que no me despedí, si habrían notado mi ausencia entre ese tumulto de internos que se despedían... creo que si fue así. Me disculpo con quienes se molestaron, mi tiempo era muy limitado, pero créanme que aún los recuerdo y de vez en cuando pienso... ¿Qué estarán haciendo ahora en el HGZ 36?
Gracias por todo, gracias por hacer del año de infiernado un gran internado.
La rutina diaria es fácil de aprender, los adscritos son una maravilla, el ambiente relajado, hasta que llega el fin de semana, ese gran volado para saber a quien le tocará el pase de visita, el stress de la postguardia para no quedarse hasta medio día con pendientes y altas, la flojera de quien entra de guardia a sabiendas de que pueden ser amos y señores del piso o estrictamente supervisados...
Pero a pesar de esos detalles de fin de semana GyO es un servicio agradable, panzonas frecuentes, puérperas felices y ansiosas de irse, embrocaciones que se vuelven tediosas al saber que sin importar que tan bien las hagas... no va a quedar limpio...
Mi pase por GyO fue ese relax que tan merecido tenía luego de un arduo año de trabajo y aprendizaje, el dominio de las notas (que a pesar de todo a veces se te va el error de las SDG o el MPF por usar machotes), el pasas indicaciones fácil y rápido, la única prisa era el agarrar una de las 2 computadoras disponibles para los internos para ir sacando tu trabajo y poder desayunar a gusto y relajarte en el día... Tan bien nos fue en el servicio que hasta nos atrevimos a meter un televisor en la mipera para disfrutar de los partidos de futbol... televisión que obviamente nos acompañó hasta el final del internado, así te podías relajar y ver un poco de TV durante el día o la guardia.
Eso si, nadie nunca, y creo yo menos que el resto, quería bajar a cubrir en la toco, pero había que hacerlo, curiosamente nos tocó hacerlo cuando por cuestiones de un desperfecto "pequeño" en el sistema de ventilación obligó a mover la toco a un espacio improvisado en urgencias pediátricas... todo un CAOS! y más aún cuando nos tocó mover todo de regreso a su origen.
Divertido si, arduo no tanto, edificante, claro que sí, pero la ginecología aún guara celosa algunos secretos para mi. Lamento no poder compartir más anécdotas pero son más personales que de costumbre, además esto no se trata del chisme sino de relatar la experiencia, descargar todas esas emociones que experimenté durante el año y en cada paso. Además, no se puede contar lo que sucedió en la fiesta de despedida, tendrías que haber estado ahí, tendrías que haber vivido ese año para saber por qué cada quien se llevo sus respectivos premios (si, si, me gané más de 1.. y a mucha honra! )
Ya en el final te sientes dueño del hospital, cada rincón se te hace conocido, no guardan ya más secretos, sabes cómo funciona cada cosa, desarrollas un sexto sentido con respecto a dónde debes estar o qué es lo que está pasando, comienzas a ver con nostalgia esos pasillos y habitaciones, al personal, a tus compañeros, a tus MIP1 a sabiendas que te vas a algo más grande (a pesar de ser un nivel más "bajo" de atención medica). Y no puedes evitar recordar tus primeras rotaciones al ver a los nuevos internos que llegan, das los últimos consejos a tus MIP1 y ves como se convierten en un MIP2 lleno de mañas para sobrevivir a la vida intrahospitalaria...
Llega el día, cuentas las horas y los minutos, das de vueltas entre tanta ansiedad, en mi caso los minutos eran muy valiosos, recibí mi liberación, nos tomamos un par de fotos y salí huyendo en lugar de dar ése último pase de visita por cada servicio para despedirse... mi tiempo era limitado, mi autobús estaba por salir, corrí al departamento, ahora vacío... como el día en que llegué, solamente mi ropa, un colchón inflable y mi mochila...
Fue un viaje largo de regreso a casa, pensando mucho en si se habría molestado alguien por que no me despedí, si habrían notado mi ausencia entre ese tumulto de internos que se despedían... creo que si fue así. Me disculpo con quienes se molestaron, mi tiempo era muy limitado, pero créanme que aún los recuerdo y de vez en cuando pienso... ¿Qué estarán haciendo ahora en el HGZ 36?
Gracias por todo, gracias por hacer del año de infiernado un gran internado.
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