Erase una vez un pensador (Parte 1, al parecer)
Alguna vez un pensador, que por la palabra que lo nombra, su mayor placer en la vida era el pensar, que sin embargo no era su ambición el llegar a un lugar, sino simplemente entender, y que evidentemente dedicaba la mayor parte de sus días a su pasión hasta el punto de que se le reconocía por ese maravilloso hábito en el pueblo, se encontró en la poco común situación de encontrarse con una persona afín. Pero para poder entender el por qué le resultaba tan fuera de lo usual el encontrarse con otra persona que gustara del pensar las cosas hay que conocer la historia. Este pensador había crecido a pesar de todo, como la mala hierba que aparece en el jardín y que no hay filo que la corte de manera definitiva ni pesticida que logre amainar su desarrollo, se educó (efectivamente por su cuenta con poca ayuda de sus mentores) y creció para adoptar un peculiar estilo de vida, que evidentemente le era funcional, pues sobrevive, sin embargo tenía perplejos al resto de los habitantes. Durante alg